Giordano Bruno… ¿Poema a sus verdugos?

Por Vary (Á. Bayón), el 18 junio, 2020. Categoría(s): Escepticismo • Historia
El proceso de Giordano Bruno a cargo de la Inquisición romana. Relieve de bronce de Ettore Ferrari (1845-1929)
El proceso de Giordano Bruno a cargo de la Inquisición romana. Relieve de bronce de Ettore Ferrari. (Dominio público)

Desde que conozco la figura de Giordano Bruno siempre me ha parecido fascinante. El cómo vivió, y sobre todo, el cómo fue juzgado y murió, convirtiéndose prácticamente en un mártir del pensamiento libre y del rechazo a la autoridad como fuente de información fiable. Prácticamente cualquier persona que se reconozca a si misma librepensadora reconoce, o en mi opinión, debería reconocer en Giordano a un pionero que murió por defender la libertad de pensamiento.

Quienes no conocieran a Giordano Bruno antes de 2014, sin duda lo pudieron conocer tras su polémica y, en mi opinión (y en la de Francis) no muy acertada aparición en la nueva serie Cosmos. Pero no voy a hablar de eso.

Es particularmente excepcional el llamado “Poema a mis verdugos”. 14 estrofas que engloban toda una declaración de intenciones, una oda al pensamiento racional, a la vez que una dura crítica a los dogmas de la autoridad y a la decadencia del sistema religioso imperante en tiempos de Bruno. Allá donde comienza a leerse:

«Decid, ¿cuál es mi crimen? ¿Lo sospecháis siquiera?
y me acusáis, ¡sabiendo que nunca delinquí!
quemádme, que mañana, donde encendáis la hoguera,
levantará la historia una estatua para mí.»

… concluye con el nombre del conocido teólogo y filósofo seguido de la fecha de nacimiento y muerte, entre paréntesis. Incluso en muchos lugares lo encontraréis con un error de traducción (¿o será de transcripción?) al cambiar el sentido en uno de los trueques.

Dice el poema original:

«Y bien, sabéis que el hombre, si busca en su conciencia,
la causa de las causas, el último por qué
ha de trocar muy pronto, la Biblia por la ciencia,
los templos por la escuela, por la razón, la fe»

Mientras que transcriben en muchos lugares…

«… la razón por la fe».

Lo que es, precisamente, el mensaje diametralmente opuesto, y absurdo. No tiene sentido que alguien que declara eliminar la biblia y los templos para instalar la ciencia y las escuelas, pretenda luego eliminar la razón para instalar la fe. En estos versos se ve además que el lenguaje que expresa el poema es claramente moderno —el mismo uso de la palabra “ciencia” es más moderno—, pero es algo fácilmente atribuible a la traducción.

La duda

Fue el 16 de octubre del pasado 2019 cuando a mi se me pasó por la cabeza una pregunta que, llamadme ingenuo, pero nunca me había planteado. ¿Cuándo y cómo escribió tal poema Giordano? Es evidente que no lo memorizó para recitarlo en el cadalso, pues en esos momentos, en ese 17 de febrero del año 1600, llevaba una prensa de madera en la lengua, lo que le impedía recitar poema alguno. ¿Quizá lo había escrito durante su encarcelamiento? Ocho años dan mucho tiempo para pensar y de esa estancia entre rejas pueden salir muchos buenos poemas. Pero ¿cómo sale el poema al exterior? ¿Cómo consigue Giordano asegurarse que perdurará y que no será el texto quemado en la misma hoguera que preparan para él? ¿Quizá algún carcelero le había tomado simpatía y prestado papel y pluma, y luego sacado el poema para difundirlo por ahí? Pero él ataca directamente a sus carceleros en el poema… ¿quizá alguien de confianza se consiguiera infiltrar? Cada nueva posibilidad se me antojaba más inverosímil que la anterior.

Decidí que la mejor opción era encontrar el poema original. Además, de ese modo podría encontrar solución a ese verso tan frecuentemente mal transcrito. ¿Se consideraría italiano lo que se hablaba en Italia en el año 1600? ¿O aún se hablaba latín? Un hombre culto podría haber escrito el poema en latín. Pero siendo alguien nacido y quemado en Italia, sin duda habría traducciones al italiano moderno.

Pero cuál fue mi sorpresa al descubrir, no sin una ardua búsqueda, que no había texto alguno en italiano, ni tampoco en latín, en toda la red, que se correspondiese con nada de lo escrito en el poema. No solo eso, sino que tampoco había traducciones en otros idiomas. Nada en inglés, ni en francés, ni en alemán… Nada. Es un poema que no parece existir en idioma alguno distinto del castellano. Únicamente encontré una publicación traducida al portugués, fechada la web en 2017. Y que no indicaba la fuente original.

Por un momento me sentí como un inútil. Algo debía de estar haciendo mal. Y así era. Pero no era buscarlo en otros idiomas, sino suponer que habría de existir siquiera.

¿Era posible que hubiese vivido engañado todo este tiempo,

…y que el famoso “Poema a mis verdugos” de Giordano Bruno, no fuese realmente de Giordano Bruno, sino que fuese de otra persona, y le esté atribuyendo al italiano un texto que nunca escribió?

Así que empecé a buscar referencias, cómo no, en la red. Encontré el poema en decenas de páginas web. En todas ellas atribuían la autoría a Giordano, en algunos incluso le ponían el año: 1600. El mismo año en que lo asesinaron. Pero en ninguno de los casos indican el nombre de la obra. Incluso el Observatorio de la Laicidad publicó el poema en el año 2014 en sus sitio web. Atribuyéndole la autoría al filósofo italiano en cuestión (y con el mismo “fallo de traducción”).

            «A diferencia de muchos herejes Bruno nunca abjuró. Por el contrario, Giordano Bruno dedicó a los ensotanados verdugos el poema que aquí se reproduce»

Buscando por fecha, la publicación más antigua que encontré fue una de 2010, hasta que planteé la situación en Twitter, y bastantes personas se unieron a mi búsqueda del poema. Yo soy biólogo, al fin y al cabo, y lo de buscar documentos antiguos no se me da precisamente bien; a menos que sean textos científicos, no sé ni por dónde debo empezar a buscar.

Pero indagando e indagando, terminé encontrando algunas referencias más antiguas del asunto. La primera que encontré fue una publicación del año 1932. Pertenecía a la revista madrileña “Tribuna Libre”, lo titulaban «Giordano Bruno, ante sus jueces» y aparecía atribuído al poeta portugués Guerra Junqueiro, citándose como fuente la revista neoyorquina “Cultura Proletaria”. Aunque no indicaban el año.

Poema "Giordano Bruno, ante sus jueces" en Tribuna Libre
Página de la revista «Tribuna Libre», 1932

Y por cierto. Ese famoso verso, en esta versión, dice “por la razón, la fe”. Es decir, bien.

Por otro lado, el tuitero BorjaPon consigue una referencia aún más antigua. Fechada en 1926, en la revista mexicana “El Anticristo”, atribuye la autoría del poema, aquí titulado «Giordano Bruno y sus jueces» al mismo Guerra Junqueiro, pero en este caso, no se cita la fuente.

El poema, en la revista "El Anticristo"
Página de la revista «El Anticristo», 1926.

 

Fue Oscar, otro tuitero, el que me proporcionó un nuevo hilo del que tirar. No tuvo mucho recorrido, pero sí demostraba que entre el poeta portugués y el filósofo italiano había un nexo de unión. Guerra Junqueiro escribió varias veces sobre Bruno, sobre todo refiriéndose a que compartía su punto de vista respecto a la naturaleza del universo. En la revista “A Águia”, en el año 1923, conseguimos encontrar un par de referencias en las que el autor relaciona a Guerra Junqueiro con Giordano Bruno. Pero el poema no aparece.

En este punto, tenemos un poeta portugués que parece tener aprecio por la figura de Bruno, y que muy probablemente sea el autor original del poema, con dos fuentes. Una de 1932 citando a otra revista, y la otra de 1926. Pero aún no tenemos la publicación original localizada: Abílio Manuel Guerra Junqueiro murió en el año 1923. Así que tan improbable se me antojaba que Giordano recitase el poema con una prensa de madera en la lengua, como que Guerra Junqueiro lo escribiera después de muerto.

Había que revisar las publicaciones de “Cultura Proletaria”. Tal vez en esta revista el poema apareciera con anterioridad a 1926, o mejor aún, anterior a 1923. Otro tuitero, en este caso, Arturo, encontró la revista «Cultura Proletaria«, y resulta que su primer número empezó a escribirse en 1927, por lo que la de “El Anticristo” seguía siendo la más antigua. Sin embargo, resultó que había más lana que cortar. De nuevo vino por BorjaPon: resultaba que “Cultura Proletaria”  en realidad tiene su origen en 1907, y en 1910 cambiaron su nombre a «Cultura Obrera«, volviendo a «Cultura Proletaria» en el 27. ¿podía estar el poema publicado entre 1907 y 1910? ¿O podía estar en “Cultura Obrera”, y que la publicación de “Tribuna Libre” citaran mal la revista al haber cambiado de nombre?

Cultura Obrera”, en el número 208 (11 de agosto de 1923), se dedica un homenaje a Guerra Junqueiro, quien falleció el 7 de julio de ese mismo. Aunque transcriben un poema suyo, no mencionan el famoso poema de Bruno. «A vinha do Senhor», uno de los poemas citados en la nota homenaje de Cultura Obrera, pertenece al libro de Guerra Junqueiro «A velhice do padre eterno», así que pensé repasar ese libro, a ver qué veía. Nada.

Lo que si consigo encontrar, buscando y buscando, es que nuestro presunto autor publicaba poemas con asiduidad en otras revistas, poemas que no incluía luego en sus libros. Algunos de un marcado corte antirreligioso, como “A semana santa”  o “O genesis”. Poemas que recomiendo leer.

Tras toda esta búsqueda, finalmente no fui capaz de encontrar la publicación original de Guerra Junqueiro. ¿La publicó en portugués, como he encontrado en todas sus obras, y luego la tradujeron, o tal vez Abílio sabía castellano y la escribió en nuestro idioma? ¿Es realmente el autor?

¿Conclusiones?

Me gustaría ser capaz de responder a estas preguntas, pero lamentablemente, no podré extraer una conclusión contundente en este aspecto.

El hilo se me pierde en las publicaciones portuguesas, y lamentablemente no he sido capaz de localizar la fuente original del famoso poema. Lo que sí me queda bastante claro es que, como sospechaba, he vivido engañado todo este tiempo. Y así lo he estado yo, lo han estado todos quienes alguna vez han reproducido el famoso poema asumiendo que Bruno es el autor.

Para mi ahora es evidente: hay muchas cosas que muestran que el poema no pudo ser escrito por Giordano, y ya en su día mucha gente se esforzó por hacérmelo ver como algo evidente. ¿Cómo no podía haberme dado cuenta antes? Pero claro, eso es lo que hace el sesgo de retrospectiva. Ahora veo evidente lo que antes de entrar a investigar el asunto me parecía inverosímil. Daba por hecho que el poema era suyo. Y me equivocaba.

Parece bastante claro que el famoso poema pertenecía a Abilio Manuel Guerra Junqueiro, que debió escribirlo a finales del siglo XIX o en los primeros 20 años del siglo XX. Pero no he sido capaz de encontrar la fuente original. Si alguien la conoce, agradecería que dejase la fuente en los comentarios. Tampoco he encontrado a nadie más que trate el tema de la autoría de este poema de una forma distinta a «esto lo escribió Bruno antes de morir».

Pero quizá sí que tengo una conclusión para este raro artículo, en otra dirección. Y es lo fascinante que es no saber. Dar el salto entre creer que algo es cierto y dudar de ello es un ejercicio muy constructivo y que deberíamos hacer más a menudo. Y es que, como decía Voltaire, «La ignorancia afirma o niega rotundamente; la ciencia duda».

Y es que es a través de la duda, que comenzamos a aprender. Es a través de la duda que aprendemos a conocer. Es a través de la duda, que conocemos la realidad.

Espera… ¿Esa frase de verdad la dijo Voltaire, o se la estamos atribuyendo y en realidad no es suya? Me voy a echar un vistazo, a ver qué encuentro… mientras tanto, seguid mi consejo: no dejéis de dudar.

 



Por Vary (Á. Bayón), publicado el 18 junio, 2020
Categoría(s): Escepticismo • Historia