Un poema y una carta
Fill the cup, and fill the can:
Have a rouse before the morn:
Every moment dies a man,
Every moment one is born.
Llena la copa, llena la jarra:
Brinda antes del amanecer:
Cada momento muere un hombre,
Cada momento nace uno.
Según se cuenta, Alfred Tennyson, el gran poeta inglés del siglo XIX, recibió un día una carta relativa a un poema suyo, La visión del pecado, que decía así:
Estimado Señor,
En su poema, por lo demás hermoso, un verso dice:
“Cada minuto muere un hombre, cada minuto nace uno”.
No necesito señalarle que este cálculo tendería a mantener la suma total de la población mundial en un estado de perpetuo equilibrio, mientras que es un hecho bien conocido que dicha suma total está en constante aumento.
Permítame, pues, tomarme la libertad de sugerir que en la próxima edición de su excelente poema el cálculo erróneo al que me refiero se corrija de la siguiente manera: “Cada momento muere un hombre, y nace uno y un dieciseisavo”. Puedo añadir que las cifras exactas son 1.167, pero algo debe, por supuesto, concederse a las leyes de la métrica.
Quedo a su servicio,
Charles Babbage.
Así es, se trata ni más ni menos que de Charles Babbage, el “abuelo” de la informática, más conocido por haber inventado primero la Máquina Diferencial y luego la Máquina Analítica (dejemos la discusión sobre quién sería el “padre” para otro artículo).
Historia de dos versiones…
La anécdota se encuentra hoy con facilidad en internet, con diversas variantes. Pero puede trazarse al menos hasta la publicación de la primera edición crítica de los poemas de Tennyson, en 1900. El editor, John Collins, observó que Tennyson había introducido un cambio en la séptima edición de su poema (1851), algo que no era infrecuente en él. El poeta había corregido minute, poniendo moment en su lugar: “Every minute/moment dies a man, Every minute/moment one is born”. Para explicar el cambio, Collins refiere la carta en nota al pie, sugiriendo que Tennyson habría seguido parcialmente el consejo de Babbage al escribir ‘momento’ (un intervalo de tiempo breve pero indefinido), en lugar de ‘minuto’, para evitar ser criticado como científicamente poco riguroso en su poesía.
Esta es la versión de la carta según Collins, cuya traducción he ofrecido más arriba:
In your otherwise beautiful poem, one verse reads, “Every minute dies a man, Every minute one is born”; I need hardly point out to you that this calculation would tend to keep the sum total of the world’s population in a state of perpetual equipoise, whereas it is a well-known fact that the said sum total is constantly on the increase. I would therefore take the liberty of suggesting that in the next edition of your excellent poem the erroneous calculation to which I refer should be corrected as follows: “Every moment dies a man, And one and a sixteenth is born.” I may add that the exact figures are 1.167, but something must, of course, be conceded to the laws of metre.
Pero existe otra versión, bastante diferente (de hecho, sorprendentemente diferente):
In your otherwise beautiful poem “The Vision of Sin” there is a verse which reads – “Every moment dies a man, Every moment one is born.” It must be manifest that if this were true, the population of the world would be at a standstill. In truth, the rate of birth is slightly in excess of that of death. I would suggest that in the next edition of your poem you have it read – “Every moment dies a man, Every moment 1 1/16 is born.” The actual figure is so long I cannot get it onto a line, but I believe the figure 1 1/16 will be sufficiently accurate for poetry.
En su poema, por lo demás hermoso, “La visión del pecado”, hay un verso que dice: “Cada momento muere un hombre, cada momento nace uno”. Debe quedar claro que, si esto fuera cierto, la población mundial permanecería estable. Lo cierto es que el ritmo de nacimientos es ligeramente superior al ritmo de defunciones. Yo sugeriría que en la próxima edición de su poema diga así: “Cada momento muere un hombre, cada momento nace 1 1/16”. La cifra real es tan larga que no puedo ponerla en una línea, aunque creo que 1 1/16 será suficientemente exacto para la poesía.
La primera versión es más antigua (1900), y está recogida, entre otros lugares, en una antología de escritos de Babbage [1], en una de las biografías más autorizadas de Babbage [2], y en una divertida historieta gráfica de las aventuras de Charles Babbage y Ada Lovelace [3]. La segunda versión, en cambio, aparece en un libro sobre los inicios de las ciencias de la computación [4] y es citada en otras biografías del personaje [5, 6].
… y de varias interpretaciones
Ambas versiones se encuentran citadas innumerables veces en la red (basta buscar: “Babbage”, “Tennyson”, “Vision of Sin”). Por ejemplo aquí, aquí, aquí y aquí. Muy a menudo se copia la carta sin citar ninguna fuente y con muy poco espíritu crítico. De acuerdo con Barry Ahearn, que es quien mejor ha estudiado la historia de esta carta, y con quien mantuve correspondencia el verano pasado, la primera versión es preferida por los críticos literarios, mientras que la segunda versión ha tenido mayor difusión entre los que escriben sobre ciencia, tecnología y matemáticas [7].
Muchos han acusado a Babbage de ser un pedante por escribir semejante carta a un poeta, pretendiendo que la poesía se ajustara a la precisión matemática hasta extremos ridículos. La historia se repite una y otra vez en multitud de lugares, dando crédito a una visión de las relaciones entre ciencias y humanidades que es más propia de los prejuicios de los siglos XX y XXI que del XIX.
La crítica más curiosa que me he encontrado es una que trata de justificar la inexactitud científica en la creación literaria. Dando por válida la cita, la autora objeta que la versión de Babbage no aportaría precisión, sino solo apariencia de precisión. Una precisión, además, completamente efímera, puesto que el ritmo de variación de la población fluctúa constantemente.
Lo cierto es que la autenticidad de esta carta no es un hecho bien establecido, y por ello la interpretación de Collins, el editor de los poemas de Tennyson, resulta hasta cierto punto dudosa: el poeta que solo aceptaba consejos literarios de un puñado de personas de confianza, ¿iba a corregir un poema por sugerencia de un matemático? De hecho, la última frase contiene un error matemático imposible de atribuir a Babbage: 1,167 no es una buena aproximación de “uno y un dieciseisavo” (= 1,0625) sino de “uno y un sexto”: one and a sixteenth / one and a sixth (¿te habías dado cuenta, lector?). Por este motivo es poco plausible que Collins tuviera la carta original a la vista al escribir su anotación. Más probable es que se tratase de una historia –verdadera o inventada– que iba de boca en boca hasta que Collins la puso por escrito. La segunda versión de la carta es menos creíble todavía. Barry pudo trazar el origen de esta segunda versión hasta un publicista de Estados Unidos en 1914, que debió escuchar algo y luego puso por escrito lo que recordaba; prácticamente se inventó la carta.
Aunque la anécdota ha sido citada a menudo como exponente de la fractura entre las visiones científica y poética del mundo que se iba consolidando a lo largo del siglo XIX en la Inglaterra victoriana, lo cierto es que Tennyson tenía buena relación con el mundo de la ciencia (era miembro de la Royal Society, ni más ni menos) y Babbage estaba en el centro de la vida intelectual inglesa en todas sus manifestaciones, también artísticas [8]: participaba en encuentros de sociedad con Charles Dickens, Mary Shelley, y muchos otros. Sería un error ver a Babbage como alguien que solo podía ver el mundo desde el estrecho punto de vista de las matemáticas. Más bien habría que entender la carta –de ser auténtica– no como una advertencia seria, sino como una broma fruto de un peculiar sentido del humor [7]; ciertamente, una broma que solo se le puede ocurrir a alguien obsesionado con la precisión matemática y estadística. Así era Charles Babbage.
Agradezco a Barry Ahearn que quisiera compartir conmigo su investigación sobre la carta de Babbage a Tennyson, que leí como si fuera una novela policiaca. Él sigue pensando que, a pesar de que no se ha encontrado todavía el original de la carta, hay suficientes indicios indirectos como para pensar que la historia no es una pura invención. Este artículo bebe fundamentalmente de su investigación (salvo la observación de que 1,167 no es 1 y 1/16 sino 1 y 1/6).
Este artículo nos lo envía Gonzalo Génova, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. Aparte de mis clases de informática, también imparto cursos de humanidades en los que trato temas de filosofía de la tecnología y pensamiento crítico.
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Referencias
[1] Morrison, P. & Morrison, E. (eds.) (1961). Charles Babbage and his Calculating Engines: Selected Writings. New York: Dover Publications.
[2] Hyman, A. (1982). Charles Babbage: Pioneer of the Computer. Princeton, NJ: Princeton University Press.
[3] Padua, S. (2015). The Thrilling Adventures of Lovelace and Babbage: The (Mostly) True Story of the First Computer. New York: Pantheon Graphic Library.
[4] Bowden, B.V. (1953). Faster than Thought: A Symposium on Digital Computing Machines. London: Pitman.
[5] Bernstein, J. (1964). The Analytical Engines: Computers, Past, Present, and Future. New York: Random House.
[6] Swade, D. (2002). The Difference Engine: Charles Babbage and the Quest to Build the First Computer. London: Penguin.
[7] Ahearn, B. (2012). Tennyson and Babbage. Tennyson Research Bulletin 10(1): 53–65, 124.
[8] Moseley, M. (1970). Irascible Genius: The Life of Charles Babbage. Chicago: Henry Regnery.
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