En su laboratorio de la Universidad de Indiana, Cristina Ledón-Rettig estudia una especie de escarabajo pelotero, el Onthophagus taurus, que podéis ver en la siguiente imagen:
Como parte de su trabajo, la investigadora hace bolitas de excremento fresco de vaca para poner un huevo en cada una de ellas, a imitación de lo que las hembras de estos curiosos escarabeidos hacen en la naturaleza.
Cuando Ledón-Rettig encontró gusanos por primera vez en las bolas de caca pensó que iban a matar a los escarabajos. Los nematodos son un filo con decenas de miles de especies y cuando se les encuentra con insectos, cosa muy frecuente, lo más habitual es que el insecto sea parasitado; en el mejor de los casos, el nematodo se alimenta del cadáver del insecto. Un experto en nematodos le dijo que no se conocía que un nematodo fuera beneficioso para alguna especie de insectos. Sin saberlo todavía, ella había descubierto el primer caso.
Lo primero que hizo fue capturar escarabajos y encontró que todos llevaban la misma especie de nematodo en sus genitales, y solo en sus genitales. No es un mal lugar para que un nematodo se aloje, pues los genitales les ofrecen unas hendiduras húmedas y protegidas. Desde ese lugar los adultos los pueden transmitir a sus parejas sexuales y las hembras a la siguiente generación, al poner los huevos en las bolas de estiércol.
Después se le ocurrió poner huevos en bolas con y sin nematodos y encontró que las larvas del escarabajo crecían más rápido y se transformaban en adultos mayores cuando lo hacían junto a los gusanos.
Al parecer estos nematodos influyen en las condiciones del estiércol. Modifican la comunidad de hongos y bacterias eliminando algunas especies y beneficiando a otras; entre estas últimas, especies que ayudan a los escarabajos a digerir fibras vegetales. Por el contrario, los hongos que podrían infectar a las larvas se hicieron más escasos. La investigadora sugiere que los gusanos podrían estar liberando sustancias que favorecen a unas especies de microorganismos y dañan a otras. Al fin y al cabo, como sugiere Silvia Bulgheresi, de la Universidad de Viena, deberíamos pensar en los animales como en «holobiontes», una palabra para referirse al individuo y a la variadísima comunidad de seres que pululan en él.
Hay muchos animales que transmiten microbios beneficiosos a las crías, como cuando las mujeres transmiten microbios vaginales durante el parto o cuando los koalas alimentan a sus crías con un excremento especial que contiene bacterias capaces de digerir el eucalipto. Pero el caso más parecido al del escarabajo pelotero podría ser, según Anne Estes, de la Universidad de Towson, el de los humanos y los perros. Que haya perros en el entorno de un bebé permite que este adquiera una serie de microorganismos que disminuyen el riesgo de asma, alergias y otras enfermedades no transmisibles.
Queda mucho por saber sobre la relación de los nematodos y los escarabajos, desde el mecanismo concreto en que se consigue el beneficio hasta conocer por qué en otras especies no se encuentran relaciones similares. Según Ray Hong, un especialista en estos gusanos de la Universidad Estatal de California, los nematodos tienen sus propios microbiomas, y aquí está probablemente la explicación. Y como estima que hay millones de especies de nematodos, apenas estamos empezando a descubrir el alcance de estas relaciones.
Vía The Atlantic.
Biólogo, profesor y divulgador. Editor del blog «La ciencia es bella» y escritor de los libros «Ciencia para Nicolas», «El yeti y otros bichos, ¡Vaya Timo!» y recién salido del horno, «Más ciencia para Nicolás».