Bueno. ¿Recordáis el hilo de #VaryExplica donde explicaba que eso de lo de quemar la nieve no es que sea de plástico, sino que todo se reduce a combustión, capilaridad y sublimación?
Venga. Un hilo rápido #VaryExplica antes de que se hagan demasiado virales esos vídeos de la nieve que no se derrite al mechero, y que se pone negra y huele raro.
— Vary el del sombrero 📜🎲🌑 ᚺᚨᛚᛚᚹᚨᚱᚦᚱ ᚲᛚᛁᚠᚱᛋᛋᛟᚾ🔻 (@VaryIngweion) January 9, 2021
Bueno. Pues iba a hacer un hilo con todo esto, pero como Peláez cada vez que habla conmigo, se me queja de que no le mando nada a Naukas, pues aquí me tenéis.
Así que hoy vengo a deciros que la nieve, aunque no está hecha de plástico como dicen estos zumbados, sí tiene plástico.
Y no. No me estoy contradiciendo con el hilo. Vamos a hablar de plásticos. O mejor dicho, de microplásticos.
¿Qué son los microplásticos?
Los microplásticos son fragmentos de plásticos que no son biodegradables —esto significa que los seres vivos no pueden metabolizar de ningún modo, y que por se acumulan en la naturaleza; lo máximo que puede suceder con ellos es que se rompan en trozos más pequeños—. Llamamos microplásticos a todos los fragmentos que miden menos de 5 mm, aunque algunos pueden ser más pequeños de 10 µm (diez milésimas de milímetro). Entre esos microplásticos hay de todo, polivinilos, poliamidas, policarbonatos, poliestirenos, polietilenos, poliésteres, polipropilenos, y más cosas que empiezan (o no) por “poli-”.
El tema es que, desde que empezamos a echar estos materiales al medio ambiente, se ha ido acumulando, fragmentando, disgregando, dispersando y expandiendo por todas partes. Y lo de “por todas partes” es bastante literal. No podéis haceros una idea de lo ubicuos que pueden ser los microplásticos.
Dónde están los microplásticos
Hemos encontrado microplásticos en la superficie del mar [1, 2, 3], en la columna de agua oceánica, en el fondo marino, en los hielos marinos, en las playas árticas… ¡Incluso hemos encontrado microplásticos en tejidos de plantas!
Pero Vary, me dirás. Pero la nieve viene del cielo, de la atmósfera. ¿No?
Pues sí. Pero es que resulta que, ya sea por arrastre desde el mar, o ya sea por efecto del viento que se lo lleve desde la superficie de la tierra, la atmósfera también está bastante cargada de microplásticos. De hecho, se ha comprobado que es la atmósfera, y no el mar, el factor más relevante en el transporte de microplásticos a larga distancia.
Más concretamente, hemos encontrado una precipitación en seco que va entre las 175 y las 313 partículas por metro cuadrado al día en la ciudad de Dingguan, en China, y en el área metropolitana de Hamburgo se ha llegado a cuantificar una precipitación que llega hasta las 512 partículas por metro cuadrado al día. Y esta precipitación en seco es muy relevante; tanto que, según un estudio realizado en la ciudad de Teherán, Irán, se ha calculado que las personas pueden llegar a consumir por ingestión, a causa de la exposición a estas precipitaciones por actividades al aire libre, de más de 1 000 partículas de microplásticos al año cada adulto, y más de 3 000 cada niño.
Ñam ñam.
¿Y en la nieve?
Pues claro, si hay microplásticos en la atmósfera es obvio que la nieve retendrá y se llevará estas partículas. Y cuando precipite la nieve, ésta llevará esos microplásticos. ¿Y cuánto plástico contiene la nieve que nos ha traído Filomena?
Pues la verdad, ni idea. Porque no hemos hecho el análisis. Pero los alemanes, que son muy de analizar estas cosas, sí que han analizado la concentración de microplásticos en la nieve de precipitación. Un estudio publicado en 2019, nos muestra cuánto plástico hay en la nieve en muestras que van desde los alpes —Bavaria, Davos, Tschuggen—, pasando por el norte de Alemania —Bremen, Heligoland—, y llegando hasta el círculo polar ártico, ya sea en zonas de hielos recientes en el océano glacial, ya sea en tierra firme, en la zona de Svalbard.
En la región ártica hubo sitios donde no se localizaron partículas de microplástico, y en la mayoría se encontró muy poca cantidad, cosa buena. Aunque en una de las estaciones de hielos oceánicos, llegó a límites excesivamente altos: hasta 14 400 partículas por litro de nieve. Pero eso no es nada comparado con lo encontrado en Alemania; en Bavaria llegaron a encontrar hasta 145 000 partículas por litro de nieve.
Pero yendo a los valores medios, en Europa, la media venía siendo de unas 24 600 ± 18 600 partículas por litro, mientras que en el ártico tenían 1 760 ± 1 030 partículas por litro, dato arrastrado por ese dato extremo. En el estudio llegaron a plantear la posibilidad de que esa muestra debía estar contaminada, y calcularon también el valor de concentraciones excluyendo ese dato puntual; en ese caso, en el ártico, tendrían una concentración de 180 ± 70 partículas por litro.
Pero a nosotros no nos interesa cómo nieva en el ártico. La concentración que más se parecerá a la nuestra será la alemana. Así que, salvando las distancias, y teniendo en cuenta que podemos estar desviándonos por las diferencias evidentes entre Alemania y España, vamos a asumir la media del dato alemán como el bueno, y nos vamos a quedar con esas 24 600 partículas por litro de nieve.
¿Significa eso que la nieve está llena de plástico? Pues para eso tenemos que tener en cuenta otra variable: el tamaño de la partícula.
El 80 % de las partículas de microplástico encontradas estaba por debajo de las 25 µm. Entre 25 µm y 100 µm estaba el 18 % de las partículas, y solo un 2 % estaba por encima de esas 100 µm. Bien. Imaginemos que en lugar de plásticos, hablamos de monedas. Para este cálculo he usado el volumen de las monedas, y he usado como volumen de los microplásticos asumiendo que la vaca es esférica.
Imaginemos que tenemos un puñado de monedas. 180, 180 monedas. 36 de esas monedas, de 2€, pero las otras 144 monedas de 0.01 € ¿Lo estáis visualizando?
Bien. Pues si cada partícula de microplástico es una moneda, tener esas 24 600 partículas por litro de nieve equivaldría a tener esas 180 monedas en un volumen de nieve de aproximadamente 3 375 000 litros.
Es decir. La cantidad de microplásticos que hay en la nieve sería más o menos equivalente a tener 180 monedas dispersas por una piscina olímpica llena de nieve. O lo que es lo mismo, una moneda por cada 50 bañeras grandes llenas de nieve hasta arriba.
Así que sí. Hay plásticos en la nieve. Y sí, son un problema bastante importante. Pero este problema, que es muy real, no equivale en absoluto a decir que la nieve sea de plástico.
Álvaro Bayón (Vary, Valladolid, 1985)Doctor en Biología por la Universidad de Sevilla, con una Tesis Doctoral titulada «Patrones de introducción deliberada, predicción de invasiones y análisis de impactos de especies de plantas ornamentales de España». Es también Licenciado en Biología y Máster en Valoración de Riesgos naturales por la Universidad de León. Allí colaboró durante varios años en Botánica, en la investigación de varios aspectos científicos de las plantas medicinales e impartiendo clases de prácticas.
Apasionado científico y dedicado divulgador desde incluso antes de licenciarse, es además el autor del blog de divulgación científica y escepticismo «Curiosa Biología» y del podcast «No te lo creas».