La astronomía en tiempos de Zacut. Desvelando un misterio

Por Colaborador Invitado, el 15 mayo, 2023. Categoría(s): Astronomía

En Cuarto Milenio, un programa de televisión que trata de temas esotéricos, recientemente (2023-04-23) el escritor de novelas de misterio Javier Sierra se refirió a la bóveda astrológica conocida como El Cielo de Salamanca. Dijo que representaba el cielo visto desde Salamanca en una fecha de agosto de 1475, siendo un enigma la razón de por qué el pintor eligió dicha fecha. Pero ¿es así?

El Cielo de Salamanca ¿un cielo real o un cielo astrológico?

El Cielo de Salamanca es una pintura sobre una bóveda cuyo original fue realizado c. 1483-86. Su historia es fascinante, como conté en NAUKAS. La bóveda se derrumbó parcialmente en 1763, permaneciendo oculta hasta 1901.  Se mantuvo inaccesible hasta 1953, cuando se trasladó, mediante la técnica del strappo, a su ubicación actual en uno de los recintos laterales del Patio de Escuelas Menores de Salamanca. Se conserva aproximadamente a 1/3 de la pintura original. Consiste en 1/4 de esfera donde están representadas: los signos zodiacales Leo, Virgo, Libra, Escorpio y Sagitario, 6 constelaciones Australes y 4 boreales, sobre un majestuoso carro va el Sol, próximo a Leo, y en otro va el Mercurio, próximo a Virgo. En la base hay cuatro cabezas que representan los vientos. Por referencias de la época (s. XV) se sabe que el original contenía una banda central con los doce signos zodiacales, y a ambos lados estaban representadas doce constelaciones boreales y doce constelaciones australes, así como el Sol, la Luna y los cinco planetas conocidos en el siglo XV.

 

El Cielo de Salamanca, a la que se le han añadido leyendas. Puede contemplarse en alta resolución en: https://tidop.usal. es/cielo_salamanca/ panorama/3/

La idea de que El Cielo de Salamanca representaba el cielo real se popularizó en enero de 2022, con la difusión de la noticia: “La física y el arte desvelan la fecha del ‘Cielo de Salamanca’: agosto de 1475” (Azucena Hernández). Vivo en Salamanca y conocía la pintura. Cuando escuché la noticia sobre el trabajo A. Hernández, leí su ponencia en la que explicaba que la idea de que la pintura representaba un cielo real era del alemán Ernst Zinner (1886-1970), quien en 1960 visitó Salamanca, y lo asoció al cielo del 6 de agosto de 1475. En el mismo artículo decía que Noehles-Doerk (en 1992) corrigió las fechas Zinner para situarla en el periodo 14-29 de agosto de 1475 y en 1993 Esteban Lorente la limitó al intervalo 15-28 de agosto de 1475. Para A. Hernández el problema era encontrar una justificación en la elección de esas fechas y creía haberla encontrado:  un evento astronómico excepcional, una conjunción planetaria entre Venus, Marte y Saturno. Además, argumentaba, en la base de la pintura original estaba inscrito: TERRESTRES VULTUS COELESTIBUS SUBJIUNTUR UT TERRENUS SERPENS COELESTI SERPENTE (Las figuras de la Tierra se subordinan a las del cielo, tal como la serpiente de la Tierra lo hace ante la serpiente celestial), lo que le llevaba a pensar que la conjunción planetaria estaría unida a alguna fiesta religiosa, decantándose por el día 13 pues era domingo, “El día del Señor” (con el mismo criterio podría haber elegido el día 15, la Asunción, que es un hecho religioso más relevante). Me extrañó, pues si el diseñador de El Cielo de Salamanca quería representar la fecha de un acontecimiento astronómico, lo tenía fá­cil pues en ese periodo se vieron desde Salamanca tres eclipses solares: uno total el 29 de julio de 1478, uno parcial en mayo de 1472 y otro total (parcial desde Salamanca) el 16 de marzo de 1485. Diego de Torres, que era profesor de astrología cuando se ejecutó la pintura y probablemente aseso­ró al pintor había dedicado un libro al último eclipse ¿por qué no elige uno de estos aconteci­mientos para representarlo?

Con el planetario digital Stellarium comprobé que en el intervalo 15-28 de agosto de 1475 efectivamente el Sol estaba en la constelación de Leo, Mercurio en Virgo y no había ningún planeta en Leo, Libra, Escorpio y Sagitario, como en la pintura.  Al principio, me pareció sugerente la idea de que representase un cielo real, sin embargo, salvo dicha coincidencia, había numeras incongruencias. Por ejemplo: las posiciones del Sol y Mercurio eran incorrectas (deberían estar al otro lado de eclíptica), las estrellas parecían estar dibujadas caprichosamente (algunas podían relacionarse con alguna estrella real, pero la mayoría eran ornamentales), libra estaba invertida respecto a su posición en el cielo real, etc…, además, aparecían constelaciones del hemisferio Sur (como Centauro) no visibles en Salamanca, aunque eso lo aclaraba A. Hernández, quien indicaba que lo representado era la bóveda celeste, de acuerdo al catálogo de C. Ptolomeo. Por tanto, no era un cielo visto desde Salamanca.

Comparación entre la pintura y una simulación con Stellarium (correspondiente a 1475-08-20 12:00 PM UMT).

Pero, había un argumento más importante para rechazar la idea de que el autor representase un cielo real: José-Ángel Domínguez Pérez , en su libro “Hitos y personajes de la Historia de las Matemáticas en la Universidad de Salamanca” no describe ningún caso en el que alguno de los catedráticos que han impartido astrología/astronomía desde la fundación de la cátedra (en 1460) hagan alguna mención a pintura, sorprende especialmente que no lo hiciesen quienes impartían astronomía/astrología en fechas próximas a la realización de la pintura. Y Zinner con darle vistazo, cinco siglos después, ¿había encontrado esa supuesta conexión oculta? Como expliqué en NAUKAS la especulación de Zinner estaba basada en suposiciones erróneas. Salvo Zinner, que sí era astrónomo, ningún astrónomo antes de 2022 había escrito directamente sobre la conexión astronómica de la pintura, pero hay abundante bibliografía centrada en los aspectos artísticos e históricos principalmente escrita por historiadores.

Junto con P. Recio, encontramos que lo representado encajaba en los domicilios astrológicos, de acuerdo al Tetrabiblos, texto de Ptolomeo que se enseñaba cuando se realizó la pintura, y lo publicamos en la Revista Astronomía (N 277-278).

El tema había atraído mi atención por la historia de la Astronomía, en particular por el astrónomo salmantino de origen judío Abraham Zacut, que vivía Salamanca poco antes de la ejecución de la pintura.  Leyendo su obra magna el Almanach Perpetuum, encontré una tabla (muestro un recorte debajo) donde se indicaba las fechas de entrada del Sol en los distintos signos. Se puede ver que en el año 3 (que corresponde a 1475) el Sol estaba en el signo de Leo desde el 14 julio (a las 03:59) hasta el 14 agosto (a las 10:16) en el que entra en Virgo. Eso no encajaba con los que consideran que lo representado era el cielo del 14 al 29 de agosto de 1475, pues en esas fechas el Sol estaba en Virgo y no en Leo, como aparece en la pintura. Pero los datos de Zacut no coinciden aparentemente los que se obtienen con Stellarium ¿Por qué? ¿Quizas en el s. XV se utilizaban criterios distintos a los actuales?

Entrada del Sol en los diferen¬tes signos. El año 1 corresponde a 1473, por tanto 1475 corresponde al año 3. Fuente: Almanach Perpetuum de Zacut (https:// gredos.usal.es/hand-le/10366/115746).

De las Tablas Toledanas al Almanach Perpetuum

En el pensamiento medieval, y en el del propio Ptolomeo, la astronomía, representada por el Almagesto, y la astrología, representada por el Tetrabiblos, eran inseparables. La aplicación del Tetrabiblos requería de cálculos astronómicos que podían hacerse con los métodos descritos en el Almagesto, pero eran difíciles de realizar. En el mundo árabe se desarrollaron tablas que permi­tían realizar los cálculos del Almagesto de forma más sencilla. Parte del contenido de estas tablas llegarían a Europa a través de las Tablas toledanas. Se le atribuye su realización a Azarquiel (Toledo, c. 1029-Sevilla, 1087), para algunos el mayor astrónomo que ha dado España, y de los escasos astrónomos que en siglos realizaban observaciones astronómicas, para lo que invento un tipo de astrolabio.  El trabajo de Azarquiel tuvo continuidad tam­bién en Toledo, donde un grupo de astrónomos impulsados por Alfonso X el Sabio elaboraron entre 1263-1272 las Tablas alfonsíes, para lo que además de calcular se hicieron observaciones astronómicas. El interés de Alfonso X por la astronomía era por su aplicación a la astrología, que era lo habitual en esa época. Como otras tablas astronómicas, las Tablas alfonsíes incluyen unos cánones o reglas de uso, escritas en el castellano de la época. Fue su traduc­ción al latín, particularmente la versión de París de Juan de Sajonia, realizada en la década de 1320, lo que permitió su introducción en Europa, donde tuvieron una amplia di fusión. Se convirtieron en el texto de referencia. Habría que esperar a las Tabulae Rudolphinae, de Johannes Kepler de 1627, para ser superadas.

A pesar de tener su origen en la Castilla del siglo XIII, las Tablas alfonsíes no eran utilizadas en España (con la excepción de Morella) hasta que fueron reintroducidas por Nicolas Polonio quien ocupó la primera cátedra de astrología en la Universidad de Salamanca, en 1460, con el nombre de Tabulae Resolutae, que tomaba como referencia el meridiano que pasaba por Salamanca. Esta catedra, como era habitual en esta época en Europa, estaba asociada a la de Medicina

Alrededor de 1470 se incorpora a la investiga­ción astronómica Abraham Zacut, nacido en Sa­lamanca, donde residió hasta la década de 1480. Su condición de judío impidió que fuese profesor en la Universidad de Salamanca. Zacut escribió en hebreo ha-Hibbur ha-gadol (La Gran Composición o Hibbur), traducidas por Juan de Selaya al cas­tellano (catedrático de la Universidad de Salamanca). Dejó Salamanca alrededor de 1480 para formar parte del “colegio invisible” de sabios que reunió Juan de Zúñiga y Pimentel en Extremadu­ra. Emigrado a Portugal, tras la expulsión de los judíos de España, publicó el Almanach Perpetuum en Portugal (1496).

Uno de los objetivos de estas tablas y almanaques era que sirviesen para elaborar cartas astrológicas (cartas natales y horóscopos). Para ello se necesitaba po­der calcular para una fecha concreta la posición de los planetas en los signos zodiacales como se hacía en el Almagesto.

La gran confusión

Para mí los signos y las constelaciones zodiacales eran prácticamente sinónimos. La lectura del Almagesto me demostró que estaba en un error, pues como como expliqué en: El Zodiaco, el error de ver el pasado con los prejuicios del presente, signos y constelaciones zodiacales son conceptos diferentes. Puede resumirse (véase la imagen de cabecera de este artículo): a) Los signos y las constelaciones ocupan tamaños diferentes, b) Los signos, debido a la precesión de los equinoccios, para 1475 estaban desplazados en 22 º, como indica Zacut en su Hibbur, respecto a las estrellas del catálogo del Almagesto, que es de 138 d. C. Esto me quedó claro una vez que leí algunos de los trabajos José Chabás, normalmente junto a Bernard R. Goldstein, en particular su libro: Abraham Zacut (1452-1515) y la astronomía en la Península Ibérica. Sin duda alguna, las personas que mejor han estudiado la astronomía en este periodo.

En prácticamente en todas las fuentes se acepta que lo representado en El Cielo de Salamanca son los signos zodiacales.  Así lo indica J. M. Martínez Frías en la exposición que se hizo en 2022 sobre el Cielo de Salamanca: https://sac.usal.es/patrimonio/exposiciones/el-cielo-de-salamanca/. La pintura es una representación astrológica y no un planisferio, que se inventaran un siglo después, probablemente orientada a la enseñanza de la astrología. Basta observarla para llegar a esta conclusión (los signos ocupan aproximadamente el mismo espacio y no están orientados como las constelaciones reales). Y aquí viene la confusión de quienes interpretaron que El Cielo de Salamanca representa una fecha entre el 14 y el 29 de agosto de 1475: hicieron sus cálculos suponiendo que el Sol se encontraba en la constelación zodiacal de Leo y no en el signo de Leo, y lo mismo puede decirse respecto de Mercurio y Virgo.

Es ilustrativo ver como se hacían los cálculos cuando se realizó la pintura. Diego de Torres preparó para sus clases el Opus Astrologicum. Está escrito en castellano salvo el título y una breve introducción, donde indica que su contenido sirve para aplicar el Qvadripartitum (lo que nos indica que usaba la traducción latina del Tetrabiblos). En todos los casos se refiere a los signos zodiacales y no a las constelaciones zodiacales que nunca las cita.  El Opus contiene básicamente unas recetas (cánones) con las que elaborar cartas natales, horóscopos y recomenda­ciones astrológicas.   La tabla muestra un ejemplo que aparece en el Opus y en el Hibbur,  le hemos añadido el cálculo con Stellarium, referido a la misma fecha para las constelaciones.

Se observa que no hay coincidencia con Stellarium, es así pues Torres y Zacut hacen los cálculos referidos a los signos zodiacales y no las constelaciones, era lo normal, pues asi se hacía desde el Almagesto y nadie uso las constelaciones zodiacales hasta Copérnico en su De revolutionibus (1543).

Comprobé el contenido del artículo de la historiadora Gisela Noehles-Doerk (1992), donde se fijaba la fecha del 14 y el 29 de Agosto de 1475. El cálculo no lo hace ella, se lo pide a su amigo el astrónomo H. W. Duerbeck para el peridodo 1474-1494  y este le responde:”  …, de acuerdo con la posición de los planetas en los signos zodiacales [en el original aleman: Tierkreiszeichen, que significa signo zodiacal], …, eso solo puede darse para una fecha de agosto entre el 14 y el 29 de 1475″. Además, añade la tabla siguiente para el 20 de agosto de 1475 (he añadido el signo zodiacal basado en las longitudes eclípticas que el da).

Está claro que ha utilizado constelación zodiacal como sinónimo de signo zodiacal y así lo indica explícitamente en el encabezamiento de la tabla donde escribe constelación, Sternbild en el original, (Intenté contactar con Duerbeck, para aclarar este tema, desafortunadamente murió en 2012).   E. Lorente comete el mismo error pues prácticamente coinciden en fechas. A.  Hernández dice haber utilizado en el cálculo los signos zodiacales, sin embargo, salvo en el dia 13 corresponde a la posición de los planetas en las constelaciones zodiacales.

Siguiendo, las descripciones de libro de Chabás y utilizando el Hibbur, el Oppus Astrologicum y el Almanach Perpetuum (aunque publicado después de 1485 contiene muchas tablas del Oppus) he elaborado la tabla siguiente, como lo habrían hecho Juan de Selaya, Diego de Torres y obviamente por Zacut.  Se muestra las posiciones de los planetas en los signos zodiacales representados en la pintura, para las distintas fechas propuestas y se comparan con lo representado en el El Cielo de Sala­manca. En ningún caso de la disposición de los planetas/signos coincide con lo representado. Por tanto, la coincidencia que algunos creían haber encontrado es debida a haber empleado criterios de presente y no los que se utilizaban cuando la pintura fue realizada. De hecho, los límites de las constelaciones fueron establecidos en 1930.

Se puede especular que el pintor utilizó las constelaciones en vez de los signos, pero no tiene sentido. En ningún caso en el Opus astrologicum Diego de Torres hace un cálculo de tal tipo. En esta época era infrecuente la realización de medidas astronómicas, que habría dado una visión real del cielo. No consta que ninguno de los astrólogos/astrónomos de esta época las realizase, salvo quizás Zacut. Pero incluso éste solo incluye la posición de 57 estrellas (Hibbur).

Puede plantearse que quizas las fechas de lo representado sea otra, como podría ser un nacimiento, que estaría calculada referida a los signos zodiacales. Seguro que si se buscan coincidencias se encontrarán. En efecto, para una disposición como la de El Cielo de Salamanca: 2 planetas distribuidos entre 5 signos en posiciones conocidas y, en la parte no conservada, 5 planetas en posiciones desconocidas distribuidos en 7 signos, hay m^n (^es elevado a) 7^5 = 16 807 configuraciones que lo cumplen. Es decir, se pueden dar innumerables configuraciones compatibles con lo representado en El Cielo de Salamanca. Las probabilidades dis­minuyen en 1/7 por cada planeta que se añada a la parte conocida. En definitiva, la presencia de solo dos planetas hace sencillo encontrar confi­guraciones compatibles con lo representado, lo que no significaría que esa fuese la pretensión del pintor. Encontrada una fecha que encaje puede especularse sobre todo tipo de acontecimientos para justificarla, pero, como hemos indicado, no hay ningún registro de la época que asi lo indique, y además, hay una explicación muy simple que no requiere de fecha concreta.

¿La ubicación de los planetas en la pintura es puramente estética o tiene alguna significación astrológica?

La presencia de Mercurio junto al Sol está de acuerdo con el Tetrabiblos: “Mercurio nunca tiene una distancia mayor del Sol de la del espacio de un signo, y está bajo todos los otros planetas: por tanto, está colocado lo más cercano a las lumina­rias, y los dos signos restantes, Géminis y Virgo, asignados a él” (esta elección de Ptolomeo no era casual, es lo que se deduce del propio Almagesto). La posición de los planetas en sus domicilios enca­ja en sus domicilios o casas astrológicas de acuerdo con lo descrito en el Tetrabiblos, que es lo que enseñaba Diego de Torres cuando se ejecutó la pintura. Hay más indicios que apo­yan esta hipótesis, como que en la rueda del carro sobre el que va el Sol está pintada su casa, Leo. Lo mismo ocurre en el carro de Mercurio, en sus rue­das aparecen sus dos casas (Virgo y Piscis). Juan González de Dios (catedrático de la Universidad de Salamanca) en 1759 recogió algunas inscrip­ciones en la base de la bóveda antes de que esta se derrumbase y se cita expresamente el Tetrabi­blos de Ptolomeo y el Centiloquium (que se basa en el Tetrabiblos). En la ilustración se muestra en fondo blanco que se conserva. El semicírculo superior corresponde a las casas diurnas y el inferior a las nocturnas. La situación de todos los planetas parece clara, excepto Saturno, que podría estar en cualquiera de sus dos casas. Con este criterio, Pablo Recio ha realizado una propuesta de recuperación del cielo.  Curiosamente Recio se ha basado en criterios estéticos y coincide casualmente con los domicilios del Tetrabiblos.

Conclusiones

En la última parte del siglo xv se pinta en la bóveda en la Biblioteca de la Universidad de Sala­manca, un espléndido mural de contenido astroló­gico que tiene una historia rocambolesca. Después de permanecer un largo tiempo oculto parte de él (1/3) es recuperado y cambiado de ubicación (1953).  Tras su redescubrimiento se le puso el nombre de El Cielo de Salamanca, que ha inducido a confusión pues se popularizó la idea de que tenía que ver con el cielo realmente visto desde Salamanca, lo que es imposible pues aparecen constelaciones del hemisferio sur, como Centauro.

En 1960 un astrónomo alemán, Ernst Zinner quien entre los historiadores de la astronomía es conocido por su sesgo claramente germanófilo (Westman, Robert S. 1997. Zinner, Copernicus, and the Nazis. JHA 28:259-270), especula con que lo pintado represente la bóveda celeste el 6 de agosto de 1475 y asocia a la pintura con otras alemanas e italianas. Su propuesta no estaba fundada en ninguna fuente de la época y presentaba numerosas incoherencias. Sin embargo, desde 1992 distintos autores siguieron la idea de Zinner proponiendo distintas fechas que se han demostrado ser incorrectas, pues para el cálculo se supuso los planetas en las constelaciones y no en los signos zodiacales; la presencia de solo dos planetas hace sencillo encontrar con­figuraciones compatibles con lo representado, pero que se encuentren no significa que esa fuese la pretensión del pintor si no viene acompañada por pruebas que lo demuestren.  Hay una explicación sencilla a la ubicación de los planetas: en la pintura completa original posiblemen­te los planetas estaban en sus domicilios astrológicos, de acuerdo con el Tetrabiblos que es lo que Diego de Torres enseñaba cuando se realizó la pintura, además facilitaba su representación estética, al no coincidir más de un planeta en un mismo signo.

Javier Sierra tiene material para construir un relato de misterio pues faltan 2/3 de la pintura. Incluso podría especular que en lo representado se esconden algún mensaje oculto. Tendría más argumentos si utiliza un hecho real: La mayoría de las sinopias fueron vendidas (y permanecen desaparecidas) a coleccionistas desconocidos por quien realizó el traslado de la pintura original.

En definitiva, El Cielo de Salamanca es una magnifica representación iconográfica astrológica, seguramen­te basada en el Poeticon Astronomicon, que cum­plía con una doble función: decorativa y didáctica. Probablemente los planetas están en sus domicilios astrológicos, según el Tetrabiblos, que es lo que se enseñaba. Asociar la disposición de los planetas a una fecha concreta probablemente se debió al confundir signos y constelaciones zodiacales. Ahora está en el Patio de Escuelas Menores, uno de los sitios más bellos de la monumental Salamanca. Si visita Salamanca no se lo pierda, procure mirarlo con los ojos del siglo XV

******

Este artículo nos lo envía: Guillermo Sánchez León. Está basado en Del Almagesto a El Cielo de Salamanca (Revista Española de Física 37-01. 2023). Otros artículos suyos de divulgación científica lo podéis encontrar aquí.  Algunos de ellos y relatos de divulgación científica los ha publicado en Naukas, los podéis encontrar en el siguiente enlace..

 



Por Colaborador Invitado, publicado el 15 mayo, 2023
Categoría(s): Astronomía